viernes, 20 de mayo de 2011

El bloqueo

El otro día, en el curso de escritura tocamos un tema recurrente en cualquier ocasión y lugar en el que coincidan más de dos escritores: el famoso bloqueo, ese fantasma que ronda nuestro escritorio y se cuelga de nosotros cada vez que nuestra producción creativa sufre un bajón. Pero, aunque ustedes no lo crean, este fenómeno es tan común, no sólo en esta, sino en tantas otras ocupaciones, que, por ejemplo, en el béisbol tiene hasta un nombre: se denomina slump y en español lo usamos con el verbo caer: el jugador cayó en un slump en el mes de abril.
No es de extrañar entonces que ocurra, lo sorprendente es que le ocurre a todo aquel que se dedica a un oficio. Porque, a fin de cuentas, la escritura es un oficio, al igual que la carpintería, la ebanistería, el arte de hacer vitrales, la pintura, la herrería, la música y hasta el deporte.
La escritura no es una carrera formal universitaria como el derecho o la medicina. Repito: es un oficio y, como tal, se aprende con la práctica, con el hacer de cada día. Quienes estudian Comunicación social o Letras, lo tienen algo más fácil, pero no todos los periodistas se convierten en escritores ni tampoco todos los Licenciados en Letras.
Pero ¿y si lo fuera? No hablamos de que un médico o un abogado enfrenten el bloqueo. Entonces, ¿qué pasaría si alguien instituyera la carrera de escritor con pensum y todo? ¿Acaso esto acabaría con el famoso bloqueo? Imaginemos. Podría ser algo así:

Duración: 10 semestres.
Ciclo básico: 6 semestres: debe iniciarse con las normas de ortografía, gramática y sintaxis más elementales, con énfasis especial en la acentuación y la concordancia verbal. Después se estudiarán los grandes clásicos y las diferentes corrientes literarias, a fin de que el alumno, no sólo se familiarice con las mismas, sino que vaya viendo cuál se acomoda mejor a su estilo (o viceversa).
Especialización: 4 semestres. (durante los cuales habría que empezar la tesis, o trabajo de grado).
Áreas de especialización: Novela y novela corta, relato y micro relato, cuento para niños y adultos, ensayo, biografía.
Defensa del trabajo de grado: jurado: incógnita por resolver. Se sugiere un jurado mixto, integrado por académicos y público del vulgo (que no quiere decir que este sea vulgar, ni mucho menos, sino más bien que venga del pueblo, que es, a fin de cuentas, el que abre la cartera para pagar por los libros que soñamos escribir algún día).

Al graduarse, los escritores empezarían a trabajar... ¿dónde? ¿Será que habrá que crear entonces fábricas para escribir libros? O, por el contrario, serán animados a incursionar en la empresa privada. (Esto último suena algo más lógico, si es que este escrito tiene algo de lógica).
¿Resolvería esto el problema? ¿Nos sentiríamos legalmente facultados para ejercer la escritura? ¿Eso acabaría con el bloqueo? Sinceramente, no lo creo, y no lo creo, porque estamos viendo el problema desde el ángulo equivocado o, como diría mi abuela –la mejor escritora que he conocido- estamos poniendo los burros detrás de la carreta o, el carro delante del caballo. (Favor no confundir con halan más dos tetas que dos carretas, ese refrán es para otras ocasiones).
La diferencia entre una profesión y un oficio hay que buscarla mediante la comparación del producto obtenido por profesionales y por artesanos (que también lo somos), no en qué o en quién los faculta para ejercer: las carreras producen trabajo; los oficios producen arte.
¿Acaso se puede decir que un abogado que redacta un documento legal o gana una querella alcanza el arte? ¿Es posible afirmar que una operación de corazón abierto es una obra artística? No, no se puede. Y, en cambio, qué opinión nos merecen El Quijote, Cien años de soledad, La Fiesta del Chivo, La señora Dalloway, Orgullo y prejuicio, El Conde de Montecristo, El hombre y el pez, El entierro del Conde Orgaz, El grito, El rapto de las hijas de Leucipo, La mona Lisa, La piedad, La Capilla Sixtina, El Taj Mahal, El pensador, La novena sinfonía y... pare usted de contar.
Los artistas nacen, pero se hacen con tesón, disciplina y perseverancia. Se los conoce con algo de suerte, es verdad, pero ninguno de los grandes creadores de la humanidad sería recordado si no hubiera trabajado con ahínco para superar el bloqueo, y seguro que todos lo sufrieron alguna vez.
¿Será entonces que nos escondemos detrás del bloqueo para no esforzarnos lo suficiente? Si ese es el caso, les recuerdo que los problemas, al igual que las servilletas de Ignacio, hay que enfrentarlos y, la única forma de hacerlo, es con constancia, dedicación y trabajo honesto.
Entiendo que para quienes se ganan la vida con este oficio, la presión es mayor, (hay que poner comida en la mesa, después de todo) pero para nosotros, que acabamos de iniciarnos en este taller y en este oficio, y no somos más que aprendices, no debe serlo.
¿Qué nos impide sentarnos a la misma mesa que Cervantes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Virginia Wolf, Jane Austen, Alejandro Dumas, Ernest Hemingway o Beethoven? ¿Por qué no podríamos conseguir una invitación al gran banquete de la creación? La única limitante sería que no nos esforzamos como lo hicieron ellos.
El bloqueo se supera con trabajo. Tendremos días más productivos que otros; habrá momentos de júbilo y de rabia; en ocasiones usaremos la tecla delete sin piedad (en lo personal recomiendo abrir un baúl de ideas para cada trabajo: duele menos enviar allí el trabajo que borrarlo), pero una vez creada la rutina de trabajo, se acabará el bloqueo.
Preguntarse si servimos para esto es lo mismo que abrirle la puerta al fantasma del primer párrafo: No lo hagamos. Escribimos porque nos gusta ¿o no? Entonces…a escribir.

2 comentarios:

  1. Amigo: gracias por el comentario. Usted se ha hecho acreedor de un premio por ser el primer ser humano que comenta algo en mi blog ¡Gracias mil!

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