martes, 22 de junio de 2010

Escena de la teta asustada - el pago prometido

Fausta corría por las calles aún desiertas de su barrio, poco antes del amanecer. Había salido decidida a casa de su patrona, a reclamar el pago prometido por su canto. Estaba dispuesta a enfrentar a sus demonios para lograrlo.
Al llegar al mercado aminoró la marcha, pero no disminuyó su determinación. A pesar de que nadie la acompañaba, logró atravesar los estrechos pasadizos flanqueados por mercaderías y miradas curiosas. Logró llegar a su destino
En la habitación de la señora, vio la foto de un militar, que parecía acecharla desde su posición frente a la entrada. Todavía la dueña de la casa y su acompañante dormían y a un lado de la cama había una hilera de hermosas perlas, esparcidas sobre la alfombra.
Reunió todo su valor y se agachó. Fue gateando sigilosamente, tomando con mucha cautela el blanco tesoro, bien ganado. Nadie notó su presencia.
Salió al jardín y avanzó hasta el portón donde, con un gran esfuerzo, logró accionar el mecanismo que lo abría, pero no pudo continuar; se desmayó



Por Irene de Santos

Escena de la teta asustada - frente al mar

Frente al mar

Desde la parte trasera de la camioneta de su tío Fausta escudriña el horizonte de la hermosa costa peruana, buscando el lugar perfecto para dar sepultura al cuerpo de su madre. Ha decidido llevarla al mar, donde los muertos alivian sus cargas y lavan sus penas. Su familia la acompaña.
Al encontrar el sitio deseado, le pide a su tío que se detenga y baja. Emprende la marcha con paso firme, sobre las ondulantes dunas de arena, siempre cambiantes al capricho del viento. Lleva el cuerpo en hombros. Es un trayecto muy difícil; sus pasos dejan profundas huellas en la arena, sólo comparables a su determinación.
Llegan a la playa, donde la arena gris, casi blanca, contrasta con el azul intenso del cielo y el agua. No se ve un alma; están completamente solas ante la inmensidad del imponente paisaje, en íntima comunión con él.
La madre yace sobre la arena, mientras la hija la invita a contemplar el mar. Con gran ternura le habla en quechua, la lengua sagrada de sus ancestros.


Por Irene de Santos

martes, 15 de junio de 2010

Escena de la película la teta asustada

Fausta esperaba en su cuarto. Permanecía sentada con la espalda muy recta. Se la veía tensa. Al oír el timbre de servicio, emprendió una marcha lenta hacia el cuarto de su patrona. Sus pasos eran cautelosos.
Vio a la señora colgando un cuadro. Esta, sin volverse a mirarla, le tendió un taladro. Mientras lo sostenía, contempló su imagen reflejada en el vidrio de una fotografía antigua. El peso del aparato la obligó a subirlo hasta recostarlo en su hombro.
Entonces, notó que la figura que le devolvía el improvisado espejo se parecía mucho a la de un hombre armado, el mayor de todos sus temores, el que la acosaba desde antes de nacer.
El miedo le hizo sangrar la nariz y corrió a la cocina a lavarse. Comenzó a cantar en quechua, para alejar el temor.

martes, 8 de junio de 2010

Consejos para quienes nos iniciamos en el arte de escribir

Investigando a cerca del cuento, me encontré con esta perla, de Mario Vargas Llosa. Quisiera compartirla con ustedes:

Consejos para escritores noveles
Consejos a un joven novelista (Mario Vargas Llosa)

1- Sólo quien entra en literatura como se entra en religión, dispuesto a dedicar a esa vocación su tiempo, su energía, su esfuerzo, está en condiciones de llegar a ser verdaderamente un escritor y escribir una obra que lo trascienda.

2- No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se fue gestando a base de constancia y convicción.

3- La literatura es lo mejor que se ha inventado para defenderse contra el infortunio.

4- En toda ficción, aun en la de la imaginación más libérrima, es posible rastrear un punto de partida, una semilla íntima, visceralmente ligado a una suma de vivencias de quien la fraguó. Me atrevo a sostener que no hay excepciones a esta regla y que, por lo tanto, la invención químicamente pura no existe en el dominio literario.

5- La ficción es, por definición, una impostura -una realidad que no es y sin embargo finge serlo- y toda novela es una mentira que se hace pasar por verdad, una creación cuyo poder de persuasión depende exclusivamente del empleo eficaz de unas técnicas de ilusionismo y prestidigitación semejantes a las de los magos de los circos o teatros.

6- En esto consiste la autenticidad o sinceridad del novelista: en aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus fuerzas.

7- El novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito lo estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una manera racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el éxito, es inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea también un mal novelista (aunque alcance el éxito: las listas de bestsellers están llenas de muy malos novelistas).

8- La mala novela que carece de poder de persuasión, o lo tiene muy débil, no nos convence de la verdad de la mentira que nos cuenta.

9- La historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia finja exitosamente ser genuina y vivir.

10- La sinceridad o insinceridad no es, en literatura, un asunto ético sino estético.

11- La literatura es puro artificio, pero la gran literatura consigue disimularlo y la mediocre lo delata.

12- Para contar por escrito una historia, todo novelista inventa a un narrador, su representante o plenipotenciario en la ficción, él mismo una ficción, pues, como los otros personajes a los que va a contar, está hecho de palabras y sólo vive por y para esa novela.

13- El de las novelas es un tiempo construido a partir del tiempo psicológico, no del cronológico, un tiempo subjetivo al que la artesanía del novelista da apariencia de objetividad, consiguiendo de este modo que su novela tome distancia y diferencie del mundo real.

14- Lo importante es saber que en toda novela hay un punto de vista espacial, otro temporal y otro de nivel de realidad, y que, aunque muchas veces no sea muy notorio, los tres son esencialmente autónomos, diferentes uno de otro, y que de la manera como ellos se armonizan y combinan resulta aquella coherencia interna que es el poder de persuasión de una novela.

15- Si un novelista, a la hora de contar una historia, no se impone ciertos límites (es decir, si no se resigna a esconder ciertos datos), la historia que cuenta no tendría principio ni fin

El secreto de sus ojos

El secretario Espósito entra a la habitación donde se ha perpetrado un asesinato. Descubre en el suelo el cuerpo desnudo y macerado a golpes de una mujer joven. La brutalidad de la escena lo impacta. Hay signos de violencia por doquier: sábanas ensangrentadas, objetos rotos, desorden. Las evidencias de este acto despiadado impresionan al funcionario, quien se queda sin habla y deja de escuchar las palabras pronunciadas a su alrededor. Recorre el cuarto con la mirada y ve las fotografías de una mujer bella, joven y feliz; en ellas reconoce a la víctima. Vuelve a mirar el cadáver, al que, en ese momento, una mano enfundada en un frío guante plástico, le cierra los ojos. Ve como cubren el cuerpo con una manta y regresa a la realidad. Ya no intenta dejar la causa, la hace suya